martes, 1 de marzo de 2011

COMO EN SAN FERMIN

Dijérase que  San Sebastián no quería ser menos que Pamplona en los San Fermines y que aquí también teníamos calle de la Estafeta y unos morlacos corriendo por ella. Todo sucedió en 1.950, un martes 14 de noviembre. Un casero traía al matadero aquel día un animal entre toro y buey, bien de cuernos, afilados “como alabardas y como aspas de molino”. El casero con abarcas y con acullu en la mano, tiraba del bicho con un ronzal.
Pasó el Antiguo y por Miraconcha iban cuando el torillo, no acostumbrado a que le pasasen trolebuses y autos y camiones, comenzó a dar muestras de desasosiego. Hasta que la bestia se debió decir “no aguanto más”, y de un tirón se vio libre del ronzal y comenzó a galopar sobre el asfalto.
Según escribía el periódico al día siguiente “ el animalejo, siempre en guardia, los cuernos altos, no se paró a mirar los indicadores de la circulación, y metiéndose por la calle Zubieta como si fuera al pesebre. Por lo visto prefería los hoteles de la plaza de Zaragoza, el Continental, el Biarritz, el Anexo del Londres. Torció luego por Blas de Lezo y lo mismo entraba en un portal que se quedaba mirando un escaparate, que plantaba sus patas ante la puerta de un “Haiga”, modelo 50, estacionado en los jardincillos”. Hasta se metió en un garaje, en San Martín.
Eran poco más de las 3 de la tarde y la gente que circulaba por las calles eran en su mayoría dependientes de tiendas que iban a trabajar y modistillas, un gremio numeroso entonces y que hoy ha quedado reducido al mínimo. Aquel torito bravo sembró el pánico entre los viandantes, que gritaban y corrían, que se metían en los portales para defenderse de las posibles acometidas del animal. Pero éste también entró en un portal y subió hasta el primer piso.
Cuando llegó a la calle Easo, que entonces se llamaba Víctor Pradera, le seguían al toro un grupo de hombres con escobas y paraguas. El animal lanzaba cornadas, que no alcanzaron a nadie pues la gente no se acercaba a él.
Se paseó entre gritos y carreras por las calles San Martín, Manterola, Easo, Hermanos Iturrino (hoy Arrasate), Zubieta, y plaza de Zaragoza, hasta que se coló en la Alhóndiga, que estaba en la manzana donde hoy se alza el hotel Orly. Arremetió contra un bocoy de vino y rompió un farol a un camión, hasta que fue dominado. Fue llevado, bien amarrado, a la estación del Norte, donde al ser izado al muelle de carga arremetió contra los que le sostenían, que terminaron en el suelo. Y así acabó aquella edición-copia de los encierros de San Fermín.
D.V. Sirimiri

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