viernes, 3 de diciembre de 2010

Mi primera vez

Soy un donostiarra y hoy me toca representar a mi Sociedad, en el día de San Sebastián, en la Consti. Es un honor estar rodeado de todos estos tamborreros, que llevan tantos años tocando la Tamborrada. Estoy nervioso, todos están muy concentrados y siento la responsabilidad de tocar la Marcha de San Sebastián, que compuso Raimundo Sarriegui.
 En estos momentos viene a mi cabeza todo aquello que mi aita me explicó sobre este día. Me decía que la tamborrada nació de las gau-pasas de los chicos de antes, que tras cenar y beber, imitaban a las tropas aquí estacionadas, haciendo sonar los barriles para envasar sardinas, como si fueran tambores, de ahí ese peculiar sonido de barriles. Ahora entiendo porque unos van vestidos de soldados, que son los tambores, y de cocineros los barriles que serían los chicos de la ciudad. Todo ello en las vísperas de la fiesta del patrón de la ciudad.
 Me sudan las manos, las rodillas me están temblando, quiero que den las 12. Por mucho que me he preparado para este momento, la cantidad de gente que hay en la Plaza mirándonos y sentir ese calor de una ciudad en fiestas, con sentimientos encontrados, unos celebrando una noche de juerga y otros, los más, la devoción a un Santo y a una ciudad que tanto queremos, me doy cuenta que todo esto me supera.
 De pequeño en el cole, un profe nos explicó de donde venía el nombre de San Sebastián. Nos dijo que aquí trajeron algunas reliquias de aquel Santo v por eso se le hizo santo protector de la ciudad, adoptando dicho nombre como propio de ella. También nos dijo que Donostia no es la traducción de San Sebastián, que hay varias teorías. Una sería la unión de las palabras Don y Ostia. Ostia es la ciudad donde está enterrado el santo y Don seria la abreviatura de domine (señor).
 Mirando esta plaza, siento un verdadero orgullo por haber nacido en esta ciudad. Saber que toda ella quedó destruida aquel 31 de agosto de 1813 y como todos los vecinos se juntaron en Zubieta, para empezar a reconstruirla. Creo que ese es el verdadero espíritu Donostiarra; la ciudad es nuestra casa.
 Cuánto amor v trabajo hay detrás de cada tamborrada. Días de reuniones, ensayos y preparativos. Quiero dar las gracias a todas esas personas anónimas, que preparan y organizan todas las tamborradas, que “pierden” su tiempo y algún pequeño enfado con su pareja, por nosotros y por la fiesta.
 El balcón principal se está abriendo. El alcalde se asoma un momento. ¡¡Eso quiere decir que van a dar las doce!!
 El alcalde se acerca al mástil, se hace el silencio, suenan las campanas, el Tambor Mayor levanta su “batuta”, la baja y empieza a sonar la Marcha de San Sebastián.
Se me pone carne de gallina, las manos siguen los compases de la' música sin que yo las mande. Miro la bandera de Donostia y doy gracias, y mando un recuerdo a todos aquellos que por un motivo u otro no pueden estar hoy en la ciudad.
 La ciudad interpreta la Marcha. En todos los barrios de Donosti se tienen que oír los tambores y barriles. Todo el mundo se tiene que enterar de que esta ciudad tiene vida. Que no sólo es trabajar y protestar. Necesitamos este día grande para sentirnos amigos y olvidar todos los sinsabores.
 Acaba de terminar la Marcha. Unas pequeñas lágrimas recorren mi cara. Han sido muchas sensaciones  sentimientos acumulados. Respiro hondo y me doy cuenta que la ciudad ha comenzado la fiesta.
 ¿Cómo serían aquellas primeras fotos de la tamborrada en 1884? ¿Y la primera vez que se uniformaron y organizaron en 1882? Preguntas sin respuesta, pero creo que todos las podemos imaginar.
 Deseo que todo donostiarra toque por una vez la tamborrada en esta Plaza y sienta todo lo que yo he sentido.

Cuento escrito por mí en 2001

1 comentario:

albasier dijo...

Es una maravilla el relato, me encabta


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