jueves, 24 de febrero de 2011

Apuestas




Característico de buena parte del pueblo vasco son las apuestas y los juegos de fuerza. Se rodean de gente y de corredores que anuncian apuestas. Estas son variadísimas, abarcan todo lo imaginable, como la que rodeó a aquel irunés que apostó comerse  en dos años una motocicleta entera. Llevaba ingeridos al año en limaduras revueltas con los alimentos normales, un farol, medio manillar, una rueda, medio cilindro… Pero no pudo seguir, porque falleció… ¡ de una pulmonía!
De comilonas se contaba el caso de “Paco Bollo”, que en una ocasión se comió 116 croquetas, sin darse cuenta, como aperitivo de la comida. En una prueba de levantamiento de piedra en Amézqueta, organizada por el periódico “La Voz de España”, en 1.947, participaron nueve hombres que dos horas antes se habían metido entre pecho y espalda una descomunal paella, docenas de fritos y un cuarto de pollo, se fumaron un puro y le dieron bien al coñac, y luego pusieron sobre sus hombros una piedra de 170 kilos.
Contaba el cronista “Basp Jaun” que en un pueblo, un bando apostó en contra de otro que el tripón del lugar se zampaba de una sentada “una paella de un kilo, cinco kilos de merluza, cuatro pollos con tres kilos de pan, bien rociado todo ello con ocho litros de sidra. Al salir de la misa mayor, horas antes de la comida, los partidarios de nuestro hombre le preguntaron: “Bueno, Jose Mari, ¿ya estás seguro de que vas a comer todo? Mira que hemos apostado muchos duros”… “Ene, fásil, hombre, fásil” -respondió-. Ya he hecho la prueba antes de misa…”
En 1.948 hubo en Astigarraga la siguiente prueba: una motocicleta de 7 H.P., con cuatro hombres, se enfrentó a un buey de Herrera, del caserío Bonea, del famoso Olano, acompañado también de cuatro hombres, en el arrastre de una piedra de 1.750 kilos, durante cincuenta minutos. Se reunió mucha gente aquel último domingo de febrero. Enfrentados el buey y la motocicleta, perdió ésta al lograr escasamente 23 plazas en los cincuenta minutos marcados, mientras el buey le sobraron 30 minutos para hacer el mismo recorrido. “Ramón Odriozola, el motorista-titán, apenas sé podía dominar el motociclo, que se encabritaba como una potranca dando saltos y rebrincos”, escribió el citado cronista testigo de la apuesta. “El conductor acusó falta de entrenamiento y su aparato se desmandaba”.
El derrotado no se daba por vencido y a las pocas horas de la dura prueba quería concertar otra, en la que cubriría en 50 minutos 55 plazas contra reloj.
Retos de Korrikalaris, lanzadores de barra, aitzkolaris… retos y apuestas.

Erreala