miércoles, 13 de abril de 2011

UN KOXKERO POR LA SEXTA AVENIDA


“José Francisco Navarro Arzac fue un ejemplo de persona trabajadora que, aunque se arruinaba, volvía a empezar, sin decaer nunca. Además, no fue nada fanfarrón, sino alguien muy sencillo, y sobre todo, fue un hombre de una gran honorabilidad, tanto en su vida privada como en los negocios, tal y como se recoge en numerosas reseñas de prensa a las que hemos tenido acceso”. Es la opinión del historiador norteamericano Eric Beerman, autores del libreo José Francisco Navarro Arzac. Un vasco en América, fruto de cinco años de investigación y cuya segunda edición se publicó hace unos meses tras agotarse los quinientos ejemplares de la primera. El libro se presenta mañana en San Sebastián en un acto organizado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, editora del volumen.
Navarro Arzac nació el 21 de marzo de 1.823 en San Sebastián y fue bautizado días después en la parroquia de San Vicente. La I Guerra Carlista, en la que murió se hermano, empuja a José Francisco a emigrar a Cuba, en donde trabajó dos años en el taller mecánico de su tío, Basilio Navarro, a la vez que asiste a clases den la Universidad de La Habana. En 1.840 se traslada a vivir a EE.UU., primero en la ciudad de Filadelfia y luego, en la de Baltimore. Tres años más tarde regresó a Cuba, en donde se asoció con un rico hacendado canario afincado en la isla, Inocencio Casanova, para crear su primera empresa: Casanova, Navarro y Compañía. Esta asociación duró ocho años, al término de los cuales, Navarro Arzac vendió su parte en la compañía por 120.000 dólares.
EN GREENWICH VILLAGE
En 1.855, José Francisco llega a Nueva York para instalarse definitivamente. Dos años después, este koxkero con domicilio en el East Village neoyorquino contrae matrimonio con Ellen Amelia Dykers, hija de un emigrante holandés de las Antillas, convertido en influyente banquero. La pareja se instaló en Greenwich Village, en una casa de Dykers, situada en el número 25 de Washington Place, “un lugar ideal de tranquilidad y retiro”, en palabras del novelista Hwenry James. El matrimonio tuvo cuatro hijos, aunque uno de ellos murió al poco de nacer y el primogénito, en 1.877, a la edad de 18 años. “Fue entonces cuando Navarro Arzac creó en EE UU las grandes empresas, casi inconcebibles para aquella época y también para hoy en día, como la Equitativa de Nueva York”, afirma Conchita Burman.
UN EMPRESARIO DE ÉXITO
 A partir de 1859, José Francisco despliega una actividad frenética: en 1.865 crea la United States & Brazil Mail Steampship Co.; en 1.867, La Comercial Warehouse Co. y la Hidráulica Machine, que ese mismo año suministra diez mil contadores de agua a la ciudad de Nueva York; en 1.868, impulsa la creación de la Sociedad Española de Beneficencia para ayudar a sus compatriotas llegados de Cuba; y en 1.871, funda la empresa de taladros Ingresoll Rand, que en la actualidad se mantiene como una de las firmas líderes en el sector.
Por el camino, Navarro Arzac aún tiene tiempo de librarse de la Guerra Civil estadounidense, gracias a su influyente amigo James Roosevelt, tío de Teodoro, que pagó a dos sustitutos para que ocuparan sus plazas en filas. No obstante, Navarro prestó dos de sus vapores de hierro a la Marina de la Unión durante toda la contienda.
En 1.878, José Francisco Navarro lleva a cabo la que consideró gran obra de su vida: la construcción, en la Sexta Avenida de Nueva York, del primer ferrocarril elevado del mundo. “Fue un trabajo de ingeniería realizado en un tiempo récord”, recalca Conchita Burman. Aunque el ferrocarril elevado estuvo en funcionamiento hasta que en los años 20 fue sustituido por el metro, Navarro abandonó esta empresa dos años después, debido a los problemas surgidos con los vecinos de la línea férrea, que se quejaban del ruido y de las chispas que saltaban de las vías. “Además yo creo que le gustaba empezar proyectos y abandonarlos luego, una vez que ya estaban puestos en marcha”.
Al año siguiente, Thomas Alba Edison registra en España su invento de la luz eléctrica incandescente y cede a Navarro los derechos de esta patente para las Antillas y todas las provincias españolas en Ultramar. “Navarro financió, junto con la JP Morgan, la instalación de electricidad en Cuba, que aún era territorio español”, afirma la coautora del libro. En pleno éxito económico, José Francisco toma parte en la financiación de la Catedral de San Patricio, dos de cuyos bancos, el uno y el doce, adquiere de inmediato en subasta pública.
En 1.881, este donostiarra construye los primeros rascacielos de apartamentos de la Gran Manzana y doce meses después, figura ya entre los veinte empresarios más ricos de EE UU, el único de ellos con apellido hispano. En 1885, José Francisco logra otro de los hitos de su carrera empresarial al introducir en el país el cemento Pórtland, a través de una nueva empresa, la Atlas Pórtland Cement Company, que rápidamente se convierte en las más grandes del mundo en este sector y que fue la firma suministradora para la construcción del Canal de Panamá. “Hay un documento en el que se recoge que, de los ocho millones de barriles de cemento suministrados por la firma, jamás se rechazo ni uno por incumplir las normas de fabricación”.
Diario Vasco.

Entre los múltiples planes de José Francisco Navarro Arzac que jamás fueron realizados, uno brilla con luz propia por lo insólito: la construcción de un ferrocarril elevado que atraverara la bahía de la Concha, desde la Perla hasta la isla de Santa Clara. “Tenía este proyecto con el arquitecto Alberto Palacios, pero menos mal que no pudieron llevarlo a cabo, al parecer por problemas de financiación, porque hubieran estropeado el paisaje”, comenta Conchita Burman-
Ni siquiera la guerra desatada en 1.898 entre España y EE UU por la cuestión de Cuba hizo que José Francisco renunciara a su nacionalidad española, que conservó hasta su muerte en 1.909 a causa de “una bronquitis y una pulmonía con complicaciones coronarias”, según se indica en el libro que recoge las andanzas de este vasco peculiar. Su viuda, Ellen Dykers, apenas sobrevivió un año a quien fue “el amor de su vida”. Burman concluye con un lamento: “Es casi increíble que en España no se haya hecho más por recordar la figura de Navarro Arzac... a lo mejor es que aquí no tenemos tanto amor patrio como los anglosajones. Es una pena”.


Libro Un vasco en América. José Francisco Navarro Arzac.


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