Fue aquella una fiesta histórica, celebrada el 24 de julio de 1.904, en la plaza de toros donostiarra: la lucha del tigre y el toro. La plaza estaba completamente llena. El diestro Mazzantinito y su cuadrilla lidiaron tres toros de la ganadería Sevillana de López Plata y un toro de Carreras fue estoqueado por el diestro bilbaíno José Muñagorri. Y luego el toro Hurón de la ganadería de López Plata, bicho de un cárdeno precioso, con buenas defensas, de excelente presencia, se enfrentó al tigre César.
Tras la segunda acometida, los dos enemigos permanecieron sin acercarse... El toro, en el centro de la jaula, escarbaba con furia el suelo. El tigre tumbado junto a los barrotes de la reja, descansaba maltrecho. Algunos aficionados lanzados al ruedo, hurgaban al tigre con bastones y con cartuchos de pólvora encendidos. Se puso en pie y el toro se fijó en el tigre y se lanzó sobre él arrojándole a la puerta que le había servido de entrada. Cedió ésta y toro y tigre salieron al ruedo. El tigre quedó tendido y el toro recorría el redondel.
Hubo un momento de confusión y espanto entre el público que ocupaba las primeras filas del tendido. El teniente de Miqueletes señor Ocáriz armado con fusil Mausser se acercó al tigre y empezó a disparar contra él. Se oyeron unas 40 detonaciones. Las balas al rebotar en el suelo, fueron a distintas localidades de la plaza. Hubo más de cuarenta heridos y bastantes caídas al salir corriendo. En la enfermería de la plaza diez médicos atendieron a los heridos. El más grave, don Juan Pedro Lizariturri, fallecía pocas horas después. El tigre quedó muerto y el toro herido. Se acordó darle muerte y el conserje de la plaza lo ejecutó. El suceso tuvo amplio eco en toda España.
1 comentario:
Es coña, no?
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